¿Por qué Christina Rosenvinge?

Tras casi 90 años haciéndose público el fallo del Premio Nacional de Arquitectura en Madrid, en 2019 se dará a conocer en Cuenca. Lo hará durante el transcurso del II Congreso Internacional “Arte, ciudad, paisaje. País invitado: Portugal”, una cita que intencionadamente elimina de su título la palabra Arquitectura. Lo hace precisamente porque quiere reivindicarla a través de sus ensambles con otras artes. La ocasión parecía única si nos acompañaba, con sus acordes y con sus palabras, la mujer que ostenta el Premio Nacional de Músicas Actuales del Ministerio de Cultura 2018. Los porqués de su galardón los compartíamos plenamente «su talento y la credibilidad de su genuina carrera profesional» y «la calidad tanto de su faceta compositiva como de sus actuaciones en directo”.

En un año en que el grito por la igualdad ha llenado las plazas, es una meta alcanzada contar con la cantante, letrista, compositora y productora que ha desarrollado una carrera atípica a lo largo de la cual ha hecho saltar por los aires múltiples prejuicios, abogando públicamente por romper los esquemas, por ser leal a las propias creencias y a la forma personal de entender el mundo. Feminista, sí, ganó el pulso a su propia imagen de icono pop y lo hizo  sin victimismos: “lo duro es ser una mujer migrante cruzando el estrecho con los niños a cuestas; mi vida, no. Siempre he sabido que pertenezco al sector privilegiado de la sociedad. No soporto a la gente que se queja”.

La compositora de ideas complejas y escritura sutil publicaba en marzo su primer libro “Debut”, un cuaderno de bitácora donde desnuda sus altibajos, muestra una trayectoria destacada por su libertad ante los dictados del mercado y reivindica las letras como literatura de primera. Una reivindicación que con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011 a Cohen y el Nobel de Literatura en 2016 a Dylan parece cada vez más conseguida.

Como la describe Joan Pons “Existe solo una Christina Rosenvinge, que continuamente se está creando a partir de la autointerrogación, de la imposibilidad de atraparse a sí misma en presente, de un selfie que siempre sale movido”. Este jueves estará en el escenario de la Fundación Antonio Pérez, lugar necesario de la vanguardia artística.  Una simbiosis sugerente si quien entona dice del arte…

El verdadero valor del arte no depende de su utilidad y mucho menos de su rentabilidad, sino de su capacidad para iluminar la existencia con otra luz. Toda forma de arte resulta más elevada cuando sugiere pero no señala, cuando deja en la mano del receptor el encontrar su sentido, cuando invita a la reflexión sin dictar la conclusión. Finalizar el trabajo, colocar la pieza maestra del puzzle, es siempre privilegio único y exclusivo del público.